Dedicados a la escritura: antología de poeta a poeta

Por Julio Rodajo

A un poeta” de Rubén Darío

Preámbulo para la publicación

Me he dado a la tarea de recopilar, como parte de mis investigaciones, poemas dedicados a otros poetas. A grandes rasgos, se trata de reconocer una interdependencia productiva, de intertextualidad, de agradecimiento profundo, de colaboración o identificación entre diversos autores. Para este propósito, he descartado las guerrillas o polémicas literarias que, aunque abundantes, se alejan del objetivo principal: el homenaje amistoso de poeta a poeta. Por lo mismo, he decidido iniciar esta serie de publicaciones, después de meditar sobre el nombre adecuado, con Rubén Darío, pues pese a que las dedicatorias poéticas se remontan desde la poesía china clásica (con el caso de Du Fu y Li Po), aquí pretendo ahondar, por sobre todo, en casos latinoamericanos.

Vida

El poeta, periodista y diplomático nicaragüense Rubén Darío (seudónimo de Félix Rubén García Sarmiento, 1867-1916) es considerado el máximo representante del denominado modernismo hispanoamericano. Parte de una familia no muy acomodada económicamente, recibió educación jesuita y, como él cuenta en su autobiografía, a los tres años sabía leer. En su juventud, luego de escribir sus primeros versos y colaborar en un gran número de revistas y periódicos, se interesaría en el trabajo del escritor francés Victor Hugo, quien sería una influencia determinante en el joven Rubén Darío.

En su paso por Chile en 1886, trabajó para el diario La Época de Santiago y publicó en la ciudad de Valparaíso su libro más relevante: Azul…, cuya consagración se debió a la buena acogida del texto por el novelista y crítico literario español Juan Valera. En 1890 publica la segunda edición de Azul…, con las cartas de Valera como prólogo y adicionando los “Sonetos Áureos” y “Medallones”, en una obra que ya contaba con un prestigio indiscutido entre sus congéneres. En los próximos años, sería embajador en Madrid y continuaría con sus labores periodísticas. Estallada la Primera Guerra Mundial, el consagrado Rubén Darío volvería a América con ideas pacifistas hasta el día de su fallecimiento.

Poética

En la poética de Darío se destaca una actitud intelectual y refinada en el tratamiento de la lengua, un proyecto de escritura basado en el gusto por la literatura y la diversidad, el placer estético, el culto de la forma, lo exótico y musical. Además, uno de sus temas recurrentes, presente en Azul…, es la insatisfacción ante la sociedad burguesa, donde a su juicio se vislumbra el germen de una humanidad mecanizada. También lo erótico y lo esotérico están presentes, complementando la identidad modernista que lo caracteriza, nacida de la unión entre el romanticismo y las nuevas ideas liberales.

En la producción literaria de Darío encontramos varios poemas dedicados a otros poetas como, por ejemplo, A Maestre Gonzalo de Berceo, publicado en la Revista Nueva de Madrid en 1899. Entres sus libros también se encuentra Canto a la Argentina: oda a Mitre y otros poemas, encargado por el diario La Nación o el capítulo “Medallones” en Azul… donde se reúnen seis poemas dedicados a autores admirados por Darío, como Walt Whitman, José Joaquín Palma, Alejandro Parodi y Salvador Díaz Mirón, entre otros. Sin embargo, he decidido iniciar esta antología con un poema que no está dedicado a algún poeta en particular, sino a todo aquel cuyo oficio sea el de poetizar el mundo, desgarrando su ser por medio de la palabra, escribiendo “versos que parezcan lanzas”. Cabe destacar, en el poema, la analogía entre el escritor y el semidiós Hércules, articulada como un afán trágico por alcanzar la gloria suprema a través del ejercicio intelectual.

A UN POETA

……..Nada más triste que un titán que llora,

hombre-montaña encadenado a un lirio,

que gime, fuerte, que, pujante, implora;

víctima propia de su fatal martirio.

……..Hércules loco que a los pies de Onfalia

la clava deja y el luchar rehúsa,

héroe que calza femenil sandalia,

vate que olvida la vibrante musa.

……..¡Quién desquijaba los robustos leones,

hilando esclavo con la débil rueca;

sin labor, sin empuje, sin acciones;

puños de hierro y áspera muñeca!

……..No es tal poeta para hollar alfombras

por donde triunfan femeniles danzas:

que vibre hayos para herir las sombras,

que escriba versos que parezcan lanzas.

……..Relampagueando la soberbia estrofa,

su surco deje de esplendente lumbre,

y el pantano de escándalo y la mofa

que no lo vea el águila en su cumbre.

……..Bravo soldado con su casco de oro

lance el dardo que quema y que desgarra,

que embista rudo como embiste el toro,

que clave firme, como el león la garra.

……..Cante valiente y al cantar trabaje;

que ofrezca robles si se juzga monte;

que su idea, en el mal rompa y desgaje

como en la selva virgen el bisonte.

……..Que no diga la inspirada boca

suene en el pueblo con palabra extraña;

ruido de oleaje al azotar la roca,

voz de caverna y soplo de montaña.

……..Deje Sansón de Dalila el regazo:

Dalila engaña y corta los cabellos.

No pierda el fuerte el rayo de su brazo

por ser esclavo de unos ojos bellos.

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Darío, Rubén. “El año lírico” en: Azul…. Santiago de Chile: Ercilla, 1985. Páginas 125-126.