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Daniela Pérez (Antioquia, 2002)
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Hay algo más allá
de la línea desértica del horizonte,
un alguien que no regresó a casa,
que no encontró faro,
tan solo halló la noche
con brazos de espina
en los que aún duerme,
ciego.
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En el borde una presencia lo aguarda,
alumbra con una luz diminuta
lo que no cabe en sus manos,
nunca abandona la costa:
la antigua promesa
que el tiempo ha hecho leve.
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En esta danza de velos
acunamos lo que existe
para que nada lo perturbe,
para que el crujir de la carne
no haga sospechar de los fantasmas.
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Delante de los velos
el rostro es fuego
enraizado en la sangre,
tras ellos un rostro de cardo y exilio.
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Los espectros oscilan,
intentan derribar los muros,
pero espectros y muros
están hechos con las piedras
que nacieron del ahogo.
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Despedida
Todos los nombres de esta ciudad
son impronunciables,
sus silabas son cardúmenes de nostalgia
que ocultan la mentira
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sin embargo, la belleza duerme
en medio de las máscaras
y por un instante el espacio se desnuda
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no es esta la ciudad
donde agonizan los sueños
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no es esta la ciudad
de las mil lenguas
capaces de pronunciar
los nombres del exilio
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no es esta ciudad
el centro agrio
que hace invernar al corazón
no es esta ciudad
aquella de la que todos se despiden,
como si más allá de la niebla
las luces no fuesen jardines de esperanza
que nacen marchitos.
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Poesia intensa…profunda y muy buen manejo de la metafora…saludos desde chile
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